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«Abrazados al flotador, nos dábamos ánimos mutuamente para aguantar en el mar»

Jaime García-Bernardo y Jorge Rodríguez de Castro sostuvieron a la mujer veinte minutos mar adentro antes de que una zodiac los pudiera rescatar. 

El comportamiento heroico de los dos socios del Náutico que socorrieron a la mujer nada más caer al mar emocionó a los testigos que presenciaron la trágica muerte desde la barandilla del paseo marítimo y desde el Club de Regatas. Jaime García-Bernardo, de 33 años, y Jorge Rodríguez de Castro, de 34, escucharon voces de auxilio mientras se daban un baño en la piscina de la sociedad gijonesa. Sin perder un segundo, decidieron abrir una portilla que da acceso al pedrero y se lanzaron al agua en un primer intento por llegar hasta el cuerpo de la víctima. «No pudimos y, por eso, salimos por la escalera 0 para después volver a meternos al mar por la 1», relataba con voz serena García-Bernardo poco después del suceso.
Fue entonces cuando lograron abrazar a María Aránzazu F. D. Apenas habían transcurrido cinco minutos desde que cayera al mar, pero ya estaba inconsciente. «Pensamos que se podría hacer algo por ella», señaló García-Bernardo. En ese momento, un socio del Club de Regatas les lanzó una tabla de surf para que pudieran mantenerse a flote, pero el fuerte oleaje se lo hizo imposible. «Esos minutos fueron muy duros, porque había mucha marejada», apuntaba horas después el deportista.
Por eso, un agente de la Policía Local decidió tirar al agua un flotador que los jóvenes habían cogido en el club y habían dejado en un acceso al paseo. «El flotador estaba amarrado a una cuerda que el policía aguantaba, pero le pedimos que la soltara porque era imposible salir por la escalera», subrayó Jorge Rodríguez de Castro. «Nos agarramos a él con todas nuestras fuerzas mientras sosteníamos a la mujer y le intentábamos hacer un masaje cardiaco», añadió. Los jóvenes, amigos desde su etapa en el Colegio de la Inmaculada y aficionados a los deportes marítimos, se dieron cuenta de que sus intentos eran totalmente infructuosos. «Estábamos tranquilos, conocemos la zona y sabemos cómo son las corrientes en la bahía», manifestó García-Bernardo. Por eso, decidieron esperar agarrados al flotador a que alguien acudiera a socorrerles.
Un rescate que no llegaría hasta veinte minutos más tarde, cuando la corriente había arrastrado a la víctima y a los dos intrépidos nadadores casi un kilómetro mar adentro. «Estábamos más allá del cerro Santa Catalina», rememoraron. Es en ese momento cuando los dos amigos comienzan a temer por su situación. «Nos dábamos ánimos mutuamente y empezamos a pensar que lo importante era salvar nuestra vida», reconoció Rodríguez de Castro. «Veíamos que la chica estaba ya muy mal, abría la boca de vez en cuando, pero ya no sabíamos si era porque estaba viva o por el movimiento del mar», añadió.
También García-Bernardo recuerda esos momentos como los de más incertidumbre. A pesar de que se habían alejado del pedrero, donde las olas golpeaban con fuerza contra la pared del paseo, el joven temió por su resistencia física. «Estábamos convencidos de que llegarían a por nosotros, porque el paseo estaba lleno de policías, pero no sabíamos cuándo», sostiene. Pero los dos hombres, en buen estado físico y acostumbrados a la práctica deportiva, confiaron entonces en sí mismos, a pesar de que el frío empezaba a calar en sus huesos. «En ese tipo de circunstancias hay que saber tener temple, si no estás perdido», señalaron después.
Al poco tiempo, divisaron cómo una zodiac de Cruz Roja bordeaba el cerro de Santa Catalina y se acercaba hasta ellos. «Subimos y nos llevaron a los tres hasta la zona de la rula». Una vez allí, los dos amigos fueron transportados en un coche de la Policía Local, sin saber la suerte que había corrido la mujer a la que habían estado abrazados durante más de un cuarto de hora. «No supimos más de ella, hasta que nos avisaron de que finalmente había fallecido», se lamentaban a primera hora de la noche de ayer. «Es una lástima, si la hubiéramos sacado antes se habría salvado, porque estamos seguros de que se ahogó porque nadie llegó antes a por ella para sacarla de entre las rocas», relataban los dos hombres, resignados al trágico desenlace y con tono algo derrotado, después de haber protagonizado un comportamiento encomiable y digno de elogio.

Fuente: www.lne.es

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